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Desde 2008 abrimos anualmente un blog para ofrecerles mis artículos que aparecen en los medios de comunicación. Pueden abrir los otros blogs para leer artículos escritos en esos años. Son trabajos de aproximadamente 850 palabras cada uno.

La mayoría de los artículos que aparecen en los blogs se refieren a la coyuntura panameña. Sin embargo, se colocan en el contexto de lo que está ocurriendo a escala global y regional. Muchos artículos se refieren también a los problemas internacionales, tanto los relacionados con la crisis del capitalismo global como los ajustes geopolíticos que se experimentan en América latina.

jueves, 28 de agosto de 2014

Los casinos y el crimen organizado

La industria de los juegos del azar – especialmente los casinos – se ha asociado históricamente al crimen organizado, a la violencia y a la corrupción. En el caso de Panamá, en el siglo XXI esta percepción no se ha superado. La industria fue analizada recientemente en el “XVIII Congreso Hemisférico para el lavado de dinero y el combate al financiamiento del terrorismo” realizado en la ciudad de Panamá. Para el crimen organizado, la reunión fue mal vista porque sus actividades fueron objeto de declaraciones públicas. Igualmente, para las autoridades nacionales del hemisferio, su complicidad con la industria del vicio fue expuesta.
El presidente del comité organizador del Congreso sobre ‘el lavado y el terrorismo’, Julio Aguirre, aseguró que “los casinos son una actividad comercial normal con sus características y sus vulnerabilidades y se están regulando”. En esta declaración descansa la desconfianza en los banqueros que protegen actividades económicas relacionadas con el crimen organizado. En primer lugar, la operación de casinos no es una actividad “normal”. Al contrario, el Congreso reconoció que el método de pago en efectivo, le abre las puertas a las organizaciones criminales que buscan insertar el dinero mal habido en el sistema financiero.
En segundo lugar, las declaraciones de Aguirre descubren el hecho que en Panamá (y quizás en otros países como EEUU) los casinos no están debidamente regulados y se prestan para las actividades criminales. Recomendó que se tomaran medidas más estrictas para que el Estado ejerciera un control sobre los casinos. Aguirre, sin embargo, no tocó los problemas de salud pública, criminalidad o corrupción que representa la industria de los casinos.
Es lamentable la situación de Panamá. Los gobiernos nacionales (desde la invasión militar norteamericana en 1989), el sector empresarial e, incluso, organizaciones no gubernamentales realizan sus actividades en armonía con el crimen organizado. En casi 25 años la industria de los casinos ha crecido en forma exponencial. Las apuestas se multiplican cada año, el número de establecimientos de ‘juego’ crecen sin parar y las enfermedades asociadas a este vicio hacen más estragos en el tejido social de la familia panameña.
Hay varios mitos que se manejan relacionadas con los casinos. Primero, es una actividad turística. Falso. Segundo, los casinos forman parte de la ‘farándula’. Falso. Tercero, el ‘juego’ es parte de la idiosincrasia del panameño. Falso. Hay una sola realidad, según los especialistas: Los casinos son un brazo del crimen organizado.
En el caso de Panamá, todas las empresas que manejan los casinos son ilegales. La Constitución Política señala claramente que los juegos de azar son un monopolio del Estado. Sin embargo, los gobiernos han ignorado ese mandato y proceden a efectuar concesiones a empresas extranjeras para que exploten el negocio.
Panamá tiene uno de las tasas más altas de casinos del mundo. Hay una concesión por cada 50 mil habitantes. En total, el gobierno ha autorizado 66 concesiones. De este total, 18 son casinos completos. Otros 28 son establecimientos con ‘máquinas tragamonedas Tipo A”. También hay 19 agencias de apuestas. Entre las 66 concesiones hay un hipódromo y una sala de bingo. Del gran total de concesiones, hay 47 (69 por ciento) en la provincia de Panamá
La empresa Alta Cordillera cuenta con casinos ‘completos’ en 11 hoteles de tres estrellas para arriba, en la ciudad capital, Chiriquí y Colón. La norteamericana Gaming & Services de Panamá tiene 26 concesiones para máquinas tragamonedas. Privilegia áreas urbanas de bajos ingresos económicos. Incluso, tiene máquinas adaptadas para que la gente juegue con sólo una moneda de un centavo de dólar. Estos centros de vicio se colocan en barrios de familias pobres como 24 de Diciembre, Calidonia, San Miguelito y Tocumen.
El gobierno panameño ha legalizado también las apuestas en los deportes. Mientras que algunos países han prohibido esta práctica para evitar la violencia en los campos de juego, especialmente en estadios, en Panamá se estimulan las apuestas en los deportes. La mano libre de los especuladores en el boxeo y la hípica se ha extendido peligrosamente hacia los equipos de fútbol profesional y el manejo de los contratos de los jugadores, en su mayoría con edades que fluctúan entre los 16 y 22 años de edad.
La ciudadanía exige el cumplimiento de la ley y el control por parte de un ente regulador estatal de todas las actividades asociadas al juego de azar, peligrosas para la salud, la economía y la paz social del país.
28 de agosto de 2014.

miércoles, 20 de agosto de 2014

La construcción del Canal de Panamá y su gente

El gobierno panameño y la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) celebraron el centenario de la inauguración de la vía acuática hace pocos días. Las elites conservadoras se reunieron en una ‘gala’ donde recordaron los ‘héroes’ norteamericanos y quienes fueron sus colaboradores en los tiempos de la “Patria boba”. Se olvidaron de mencionar las luchas por recuperar la soberanía que vio correr la sangre de una juventud rebelde que sacrificó muchas vidas por la causa nacionalista.
El derroche y la corrupción se reflejaron en las celebraciones. El pueblo panameño rechazó el montaje y denunció a través de las redes virtuales el espectáculo mediático. La prensa y los demás medios de comunicación masiva se recogió y apenas publicó notas sobre los actos. Incluso, los programas de comentaristas radiales y televisivos pasaron por alto toda mención de la fiesta organizada por la elite gobernante.
El centenario merecía ser celebrado, pero en el contexto de un siglo de luchas y movilizaciones masivas para recuperar la soberanía sobre la posición geográfica del Istmo. La campaña iniciada desde la invasión militar de EEUU en 1989 de borrar la memoria histórica de los panameños continúa. A pesar de no tener un gobierno que refleja los intereses del país, el pueblo conserva su dignidad y rechaza los insultos de la elite gobernante.
Durante la construcción del Canal de Panamá, entre 1904 y 1914, la Compañía del gobierno norteamericano, encargada de la obra, contrató cerca de 100 mil trabajadores extranjeros. A su vez, a Panamá llegaron a buscar oportunidades de trabajo en las ciudades terminales, otra cantidad significativa de inmigrantes cuyo número no se ha calculado.
Cerca del 60 por ciento de los trabajadores que llegaron a las costas panameñas para integrarse a las labores del Canal eran originarios de las islas caribeñas en aquel entonces bajo mandatos francés, británico y holandés. Las autoridades norteamericanas también contrataron a cerca de 20 mil trabajadores de Europa (españoles, italianos y griegos).
En la década de 1930, EEUU desarrolló un enorme esfuerzo en torno al Canal de Panamá preparándose para intervenir en la guerra mundial que se avecinaba. Las huellas de esa inversión aún se aprecian en las bases militares que construyó entre 1936 y 1940 (Howard, Clayton, Sherman, Rodman y otras). Estas construcciones la realizaron en parte trabajadores que nuevamente fueron reclutados en las islas del Caribe. A diferencia de la construcción del Canal a principios del siglo XX, en esta ocasión fueron empleados decenas de miles de trabajadores panameños de las provincias del interior de la República.
La migración de trabajadores a Panamá para construir el Canal transformó el Istmo y, especialmente, sus ciudades terminales. La población se multiplicó varias veces en las primeras dos décadas del siglo pasado. La ciudad de Panamá que tenía un área de apenas dos kilómetros cuadrados en 1903, se expandió hacia el cerro Ancón y las sabanas, para ocupar un área de 40 kilómetros cuadrados: El Chorrillo, Calidonia, La Exposición y Bella Vista. La población de la ciudad pasó de 15 mil habitantes a 60 mil habitantes. En el caso de la ciudad de Colón, el impacto fue aún más impresionante.
EEUU ‘segregó’ un área para construir y operar la nueva vía que bautizó con el nombre de 'Zona del Canal de Panamá' (más de mil kilómetros cuadrados). En esa área, que se extendía de un extremo al otro del Istmo, vivían 60 mil personas en condiciones controladas estrictamente por las autoridades militares norteamericanas. La gran mayoría de los habitantes era norteamericana empleados por la Compañía del Canal. También había una población militar que fluctuaba según los compromisos bélicos de Washington.
EEUU veía las áreas de operación y residencial de la 'Zona del Canal' como un laboratorio para experimentar nuevas formas de vida en el trópico. En cambio los comerciantes y especuladores que gobernaban a Panamá desde 1903 buscaban afanosamente negocios para enriquecerse rapidamente. Como resultado de las políticas de segregación y de desarrollo urbano de EEUU, que contrastaban con la improvisación en las ciudades terminales, surgió una barrera social entre ambos sectores.
Por un lado, EEUU creó un sistema de remuneración para los trabajadores basado en los antecedentes étnicos. A los trabajadores norteamericanos (de ascendencia europea provenientes del sur de EEUU) se les proporcionaba salarios pagados en ‘oro’ y condiciones favorables de trabajo (que incluían vivienda e, incuso, clubes sociales). En cambio, a los trabajadores de ascendencia africana de las Antillas se les pagaba en ‘plata’ y no recibían beneficios laborales. Cuando se inauguró el Canal casi todos los antillanos vivían en las ciudades de Panamá y Colón en casonas construidas por los especuladores panameños (y extranjeros). Muy pocos trabajadores de Europa se quedaron en Panamá. Muchos regresaron a sus países de origen, otros siguieron camino hacia otros países de la región y unos pocos se quedaron en Panamá. Algunos prosperaron en el comercio local y otros, incluso, se trasladaron a las áreas rurales con el fin de emprender actividades agropecuarias.
En el caso de los antillanos, su contribución a los movimientos sociales a lo largo del siglo XX fue notable. Desde un dirigente como W.P. Stoute, un intelectual como G. Westerman o sindicalista como Luis Anderson. Debido a las políticas de segregación, muy pocos lograron escalar posiciones de influencia económica o social (política) en Panamá. Se pueden mencionar a Young y Alleyne. En el caso de los antillanos de origen europeo se destacan los Boyd y los Ford, asimismo los Motta, Del Valle y Toledano, entre otros. Entre los europeos, muchos llegaron a Panamá durante la construcción del Canal e hicieron fortuna posteriormente, como los Tagarópulos (griegos), Martinelli (italianos) y Varela (españoles).
Muchos intelectuales panameños de trayectoria destacada son descendientes también de aquellos hombres y mujeres que trabajaron en la obra y participaron, aunque marginalmente, de aquella inauguración en 1914 que incluyo una travesía por el Canal por el entonces presidente Belisario Porras.
La construcción del Canal de Panamá entre 1904 y 1914 remeció los fundamentos de la nación panameña en formación. Fue un factor clave en la constitución de la República y aún siguen vigentes los conflictos que caracterizan nuestras relaciones con EEUU. Muchos intelectuales panameños de trayectoria destacada son descendientes de quienes trabajaron en la obra. Un Ricord (de origen francés), un Laurenza (italiano), Korsi (griego), así como un Maloney y un Priestley (antillanos). Las luchas que marcaron los cien años desde la inauguración del Canal continuarán en el siglo XXI hasta que los panameños logremos darle el uso más colectivo a las riquezas que genera nuestra posición geográfica.
21 de agosto de 2014.

jueves, 14 de agosto de 2014

Panamá, Colombia y la OTAN

Las relaciones entre Panamá y Colombia son buenas, aunque existen percances de tipo histórico. Recientemente, han surgido problemas de carácter militar. Bajo la dirección de EEUU, las fuerzas del orden panameñas (militares, policía, inteligencia) se han sometido a varios acuerdos que subordinan la soberanía nacional a los intereses del país vecino.
Esto es cierto, por un lado, en lo relacionado con la frontera común que ambos países comparten en el Darién. Por el otro, en los ejercicios Panamax que realiza anualmente EEUU (sin fundamento legal) en el área del Canal. El Comando Sur de EEUU delega al Ejército de Colombia la coordinación de las maniobras terrestres que realizan las unidades militares. Es un eufemismo para decir que Panamá se somete a las órdenes de oficiales colombianos.
Esta situación se viene agravando desde fines de la década de 1990. El presidente Martín Torrijos – sin justificación alguna - fue un entusiasta promotor de la militarización de las fuerzas del orden panameñas. El presidente Martinelli aprovechó la oportunidad para comprar armas de manera irresponsable. No hay indicios de que el actual presidente Varela ejecutará una política diferente.
Pero Panamá ahora se enfrenta a otro problema que complica las relaciones con Colombia y EEUU. Colombia quiere establecer relaciones con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la alianza militar más violenta del mundo. La OTAN es encabezada por EEUU y cuenta entre sus miembros a los países europeos más poderosos. Las dictaduras del Cono Sur a fines del siglo pasado (Argentina, Brasil y Uruguay) fueron consideradas miembros honorarias de la OTAN.
Todo indica que ahora le toca el turno a Colombia. El pasado 5 de marzo se reunieron en Bogotá el ministro colombiano de Defensa, Juan C. Pinzón, con el director de Seguridad de la OTAN, Stephen Smith, para poner en marcha un acuerdo de cooperación. El acuerdo fue rechazado en la región por considerarlo una grave traición a América Latina. El ministro de Defensa de Brasil, Celso Amorim, expresó que “respetamos la soberanía de los países pero vemos con preocupación un acercamiento de un país miembro a una alianza defensiva militar extra-regional”.
El acuerdo se parece al que no firmó el general Manuel A. Noriega de Panamá con EEUU en 1986 para convertir las Fuerzas de Defensa de Panamá en el guardián de Washington en una convulsionada América Central. En Bruselas, Colombia aceptó la propuesta de la OTAN para incrementar la cantidad de tropas en algunos países de América Central y el Caribe, según sean los intereses de la OTAN. ¿Existen tropas colombianas de este lado de la frontera? Si no hay ahora, ¿habrá tropas colombianas en el futuro próximo?
Cuando Pinzón recibió a Smith, señaló que Colombia espera obtener los más altos estándares de entrenamiento militar. Parece que el ministro Pinzón sacó las palabras del libreto del general Noriega. A Colombia le interesa operar en misiones de apoyo en un eventual escenario de posconflicto. Noriega dixit.
El Ejecutivo colombiano presentó un proyecto de ley al Congreso señalando que "esta relación en ningún caso implica o puede implicar la presencia de tropas extranjeras en territorio colombiano, ni tampoco la membrecía de Colombia en la OTAN”. Pero no impide que tropas colombianas puedan entrar en acción en Panamá u otros países. Pinzón señaló también que “en la medida en que Colombia fortalezca su cooperación con organismos multilaterales y otros países, las Fuerzas Armadas podrán elevar sus estándares técnicos y profesionales al nivel de las democracias más avanzadas del mundo y seguir desarrollando capacidades cada vez más efectivas en la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado”.
Según Socorro Ramírez, de la Universidad Nacional en Bogotá, en el “tablero geopolítico regional Colombia es percibida como el más estrecho aliado de EEUU, país que comanda la OTAN”. El Tribunal Dignidad, Soberanía, Paz contra la Guerra de Colombia señala que el gobierno del país vecino cuenta con más de 700,000 hombres en armas: 400,000 en el ejército, marina y aviación, 180,000 en la policía nacional, 120,000 en lo que se conoce como labores de inteligencia y 80,000 hombres en las llamadas fuerzas irregulares. Es decir, organizaciones ligadas a las drogas ilícitas y bandas criminales que cuentan con un moderno arsenal orientado a la guerra contrainsurgente. Colombia proyecta la reconversión de su aparato militar en caso de lograr la paz con las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
14 de agosto de 2014.

jueves, 7 de agosto de 2014

Judíos y árabes pueden vivir en paz III

En la segunda parte de este artículo, concluimos que Israel es un aliado de EEUU en sus planes geopolíticos en el Medio Oriente. Los judíos del siglo XXI que viven en tierras palestinas se sienten como los migrantes europeos que poblaban a sangre y fuego el oeste norteamericano a fines del siglo XIX o los holandeses (boer) en Africa del Sur. Al igual que los ‘conquistadores’ del ‘Wild West’ (bajo la hábil dirección de Wall St. y los barones ferroviarios), las diversas corrientes que constituyeron el Estado de Israel a fines de la década de 1940 nunca plantearon un régimen de convivencia con los palestinos. Al contrario, éstos fueron expulsados a la fuerza de sus comunidades. La derechización reciente de los gobiernos israelís parece reiterar esta política utilizando aún más violencia. La idea dominante en el establishment israelí es acabar con los palestinos, su proyecto de Estado y ocupar la totalidad de sus tierras.
El problema con esta política es que para hacerla viable, Israel tendría que trazar un objetivo estratégico de ocupación de la totalidad de la región árabe (desde Marruecos hasta Irak). EEUU no contempla esa variable y, sin su aliada, Israel debe mantenerse dentro de Palestina. Washington, a su vez, está obligada a seguir armando al Estado de Israel.
Los altos mandos de EEUU no contemplan un Estado de Israel conquistando el mundo árabe. Para Washington, Israel es su ‘portaviones’, anclado en el Medio Oriente. Israel ha convertido en protectorados a Jordania, al Kurdistán y al nuevo ‘califato’ de Irak. Es aliado de Arabia Saudita y Egipto. Mantiene, a pesar de sus errores, relaciones con Turquía. Si Israel se encuentra en un vecindario rodeado de tantos supuestos ‘amigos’, ¿por qué no puede resolver sus problemas con los palestinos? ¿Por qué insiste en construir murallas en Cisjordania y masacrar sistemáticamente a la población de la Franja de Gaza?
La respuesta a estas preguntas creo que descansa en tres factores. 1. El estado de guerra permanente en que se encuentra Israel tiene que identificar un enemigo. Ese enemigo es la Autoridad Palestina y el Partido Hamas. Los perseguirán, los masacrarán, pero no pueden acabar con ellos. No hay ‘solución final’. 2. Aún más importante, Israel no tiene verdaderos ‘amigos’ en el Medio Oriente, a pesar de las simulaciones de sus vecinos. Arabia Saudita es enemiga de Egipto y el país del Nilo no tiene buenas relaciones con Turquía. El Califato (una mezcla de sunni, baath y otros grupos), los shii en Bagdad, Assad en Damasco y los kurdos se muerden las colas, instigados por Israel. Finalmente, los emiratos árabes, Kuwait y los otros antros que mantiene EEUU en el Golfo Pérsico pagarían igualmente a sus mercenarios para invadir a Israel como hoy subvencionan al emir Bagdadi en Mosul. Por último, 3. EEUU puede cambiar de aliado en el Medio Oriente tan rápido como cuando decidió abandonar sus jeques árabes y optó por Israel. Una situación como ésta no se ve en el horizonte. Sin embargo, Israel no la descarta. Por algo sus relaciones con China son muy buenas. Con Rusia quizás nunca han estado mejores. Alemania y sus aliados no quieren caer nuevamente en una trampa como la montada por EEUU recientemente en Ucrania.
¿Hasta cuándo seguirá la masacre en la Franja de Gaza y los asesinatos en los territorios ocupados?
Para esta pregunta también hay tres respuestas: 1. Los palestinos seguirán siendo castigados sin piedad mientras que el desarrollo del capitalismo sea dependiente del petróleo que sale de las entrañas de los desiertos del Medio Oriente. Cuando el petróleo se convierta nuevamente en una mercancía de poco valor, los ejércitos ocupantes se retirarán, las guerras se acabarán y los árabes regresarán a ser productores eficientes como lo fueron entre los siglos VII y XVIII. 2. Mientras que los árabes no recuperen su capacidad de organizar un Estado soberano y promuevan un proyecto de Nación, basado en sus propios intereses, los palestinos no se liberarán del yugo israelí. ¿Tendrán que esperar que el sistema capitalista mundial cambie de fuente de energía? y 3. El sufrimiento terminará cuando el Estado de Israel termine disolviéndose y su población judía se integre a esa futura nación árabe. Por más de mil años, judíos y árabes convivieron pacíficamente en los califatos de Córdoba y Damasco, juntos con otros pueblos.
Ambos pueblos pueden vivir en paz.
7 de agosto de 2014.