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Desde 2008 abrimos anualmente un blog para ofrecerles mis artículos que aparecen en los medios de comunicación. Pueden abrir los otros blogs para leer artículos escritos en esos años. Son trabajos de aproximadamente 850 palabras cada uno.

La mayoría de los artículos que aparecen en los blogs se refieren a la coyuntura panameña. Sin embargo, se colocan en el contexto de lo que está ocurriendo a escala global y regional. Muchos artículos se refieren también a los problemas internacionales, tanto los relacionados con la crisis del capitalismo global como los ajustes geopolíticos que se experimentan en América latina.

sábado, 27 de septiembre de 2014

Cómo acabar con el crimen y la violencia



Hay consenso en torno al hecho que si no se conocen las causas de un fenómeno es imposible analizarlo correctamente, modificarlo o mejorarlo. En Panamá tenemos el caso de la creciente ola de criminalidad y violencia que sacude a las ciudades, especialmente la capital. Quienes no conocen el problema opinan que es necesario reprimir más o aumentar las penas. También hay quienes dicen que el crimen es el producto de la pérdida de valores en la sociedad, sin buscar las causas.
Creemos oportuno presentarle al lector cuáles son las causas de la criminalidad creciente y el caos urbano que crea a su paso. A su vez, qué debemos hacer para erradicarlo. En primer lugar, hay que aceptar que la realidad social que caracteriza nuestro entorno es el resultado de las decisiones, acciones u omisiones que toman quienes gobiernan. Panamá y la ciudad capital tienen una estructura social que refleja – en mayor o menor medida – las políticas públicas que aplican los grupos que tienen el poder de tomar decisiones.
En segundo lugar, si estudiamos los últimos lustros de nuestra historia se observa que hay una coherencia nefasta entre las políticas sociales y económicas en el país. Estas políticas han tenido un impacto sobre el crecimiento económico y, al mismo tiempo, han debilitado las instituciones sociales que son los pilares de la estabilidad del país. Con relación a la economía, las cifras arrojan tasas de crecimiento en los sectores especulativos e improductivos (sector inmueble, banca, juegos de azar, actividades navieras y transacciones comerciales). Mientras tanto, el sector productivo de la economía (agropecuario y manufacturero) se estancó y, en muchos años, retrocedió.
El crecimiento especulativo no contribuye al desarrollo del país y los ‘daños colaterales’ que provoca son terribles. Ha deformado la estructura de empleo. El 50 por ciento de la población trabajadora es informal. Es decir, trabaja sin contrato y tampoco tiene acceso a seguridad social (servicios de salud o jubilación). Según estadísticas del gobierno, sólo el 20 por ciento de los jóvenes se incorporan al trabajo formal, un sector reservado para los privilegiados.
Sólo los jóvenes privilegiados con oportunidad de trabajo formal pueden establecer familias íntegras. Como consecuencia, la mayoría de los jóvenes constituye relaciones ‘familiares’ inestables, sin  valores. Cuando se dice que ‘estamos perdiendo los valores’, las decisiones políticas de los gobernantes son las únicas responsables. Permitimos que los malos gobernantes hagan caso omiso de las leyes. Incluso, permitimos el saqueo por parte de legisladores y poder ejecutivo de nuestros recursos. Ponen en jaque los valores que supuestamente defendemos.
Las comunidades - donde predominan la ausencia de familias estables - han sido secuestradas por el crimen organizado y las pandillas, brazos ejecutores de sus delitos. Las instituciones – como las escuelas, las iglesias, las juntas comunales - han sido penetradas. La corrupción es el vínculo entre autoridades políticas y crimen organizado. Sin duda, este ‘matrimonio’ genera buenos negocios y las empresas se hacen cómplices. El pago por favores, por ignorar la ley o por el lavado de dinero se generaliza. En las transacciones ilícitas se utilizan todos los recursos disponibles, incluso adolescentes y niños.
Para erradicar el crimen o, por lo menos, para mitigar la creciente violencia, hay que acabar con la corrupción, comenzando desde arriba y llegando al peldaño más bajo. Igualmente, hay que pedirle al gobierno de EEUU que no utilice tácticas ilegales para lograr sus fines políticos en Panamá. La manipulación política de los negocios relacionados con las drogas han creado un submundo del crimen que golpea a nuestra juventud: Comunidades secuestradas por pandillas, fronteras sometidas a un régimen de terror y cárceles llenas de jóvenes y adolescentes.
En vez de subvencionar con fondos del Estado (provenientes de nuestros impuestos y de los tributos del Canal de Panamá) las iniciativas económicas especulativas (importación de alimentos que reemplazan los nuestros, casinos, playas, represas, minas) hay que invertir en actividades productivas.
La primera meta del gobierno debe ser sembrar en 2015-2016, un total de 85 mil hectáreas de arroz, duplicar la siembra en ‘tierras altas’ y generar un plan de desarrollo agrícola para la provincia de Darién. Generaría 150 mil empleos formales. La segunda meta es generar un proceso manufacturero y agro industrial que crearía otros 250 mil empleos formales.
Como consecuencia, sacaríamos a los adolescentes y jóvenes de las calles – destruyendo las pandillas – convirtiéndolos en trabajadores productivos, que formarían familias que transmitirían valores a sus miembros.
25 de septiembre de 2014.

jueves, 18 de septiembre de 2014

XIV Congreso de Sociología de ACAS en Chiriquí



Centroamérica se encuentra en un período de aparente paz interna. La insurrección armada ha sido sustituida por la lucha partidista. Los partidos ‘frentistas’ del siglo XX están en el poder en dos países. A pesar de ello, no ha disminuido la violencia producto de la pobreza y la desigualdad. A su vez, la presencia militar de EEUU se siente en todo el Istmo. Hay indicios que las viejas oligarquías han aprendido a negociar con las clases subalternas.
En este marco, la Universidad Autónoma de Chiriquí (UNACHI), en David, será anfitrión del XIV Congreso Centroamericano de Sociología. El evento se inaugurará el próximo lunes, 22 de septiembre, y sus debates se extenderán durante toda la semana. Un total de 160 ponencias serán objeto de discusión en cerca de 50 mesas. Los temas girarán en torno a las cuestiones más sensibles. La cuestión que define la guerra y la paz, la pobreza y la desigualdad, la cuestión indígena y la creciente presencia de la mujer en todos los aspectos de la vida política de la región.
El comité organizador propuso como tema central del Congreso “Los desafíos de la sociología en Centroamérica”. El presidente del comité, el doctor Mario L. Pitty, señaló que “Centro América, igual que otras regiones del continente, continúa sumergida en situaciones históricas que les impide salir de las condiciones de pobreza y de subdesarrollo. En las últimas décadas se han presentado nuevos acontecimientos que tienden a perpetuar las condiciones de pobreza de un porcentaje considerable de la población centroamericana.
“Ante esta situación es necesario que los sociólogos vuelvan a reunirse con el propósito de reflexionar, discutir y de proponer alternativas que contribuyan a la solución de los problemas sociales en la región”.
La convocatoria conjunta de la Asociación Centroamericana de Sociología (ACAS), la Universidad Autónoma de Chiriquí (UNACHI) y el Departamento de Sociología de la UNACHI, ha tenido un éxito que supera las expectativas. Unos 400 delegados de Panamá, Centroamérica y otras regiones se reunirán en David, capital de la provincia de Chiriquí.
En el Congreso el suscrito presentará dos ponencias. Una que lleva como título ‘Las drogas ilícitas y los negocios’, que propone como solución al flagelo cortar en su raíz la relación entre el narcotráfico controlado por el crimen organizado y los grandes centros financieros a escala global.
La otra ponencia, se referirá a lo que algunos llaman la ‘tercer guerra mundial fragmentada’ que ha puesto el mundo nuevamente sobre un precipicio que anuncia la destrucción del mundo tal como lo conocemos. Mientras que en Ucrania, EEUU intenta encerrar y someter a Rusia, el Estado de Israel continúa su guerra contra los palestinos y no muy lejos el nuevo Estado islamita avanza con financiamiento saudita y armas norteamericanas.
En el último lustro las diferentes ideas en torno a la constitución de un mundo multipolar se esfumaron. La única posibilidad de que surja un polo capaz de enfrentar a la hegemonía norteamericana se presenta en la emergencia de China como potencia económica. EEUU es consciente de esa perspectiva que se agiganta con cada año que pasa.
Frente a Rusia, EEUU tiene la alternativa de tratar de destruir la federación (la tesis de Brzizinski) o de sumarla como aliada en un frente contra China (Kissinger). China tiene como opciones, absorber la debilitada economía de EEUU en un BRICS ampliado o enfrentar un escenario de guerra inaceptable para una potencia en ascenso.
Los especialistas militares norteamericanos han girado su política bélica hacia el Pacífico para rodear a China con un cerco económico. La amenaza más importante percibida por EEUU es una alianza entre China y la Federación Rusa. Es en torno a este eje que podrían sumarse otros países como los BRICS, partes de América latina e, incluso, Europa.
EEUU aún tiene una clara ventaja militar. Es económicamente el país más poderoso y tiene una capacidad ideológica superior a cualquier otro país del mundo. La crisis de hegemonía es una tendencia que puede continuar como puede ser frenada. Un ‘polo’ centrado en el eje chino-ruso puede competir con Washington en el campo económico y cultural. El problema es el militar. EEUU tiene la última carta en la mano: la guerra.
El XIV Congreso de ACAS promete que los debates llevarán a los ponentes a tratar los problemas más álgidos tanto a escala global como regional.
18 de septiembre de 2014.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Análisis crítico del problema de las drogas

El problema de las drogas en todas sus manifestaciones tiende a agudizarse en Panamá, a pesar de las enormes inversiones realizadas para combatirlo. El número de adictos aumenta, los esfuerzos por educar a la población están estancados, hay cada vez más violencia e incautaciones de drogas y el lavado de dinero crece en nuestro centro bancario.
Esta situación genera preocupación en torno a la seguridad ciudadana. Las asociaciones cívicas, los gremios, los sindicatos, los centros comunitarios y, sobre todo, la familia son los más afectados. La violencia y la criminalidad son los problemas que más preocupan a los panameños. En el centro de esta situación se ubica el problema de las drogas.
Para tratar este tema la Comisión Nacional para la Prevención de las Drogas (CONAPRED) convocó a su segundo taller que tiene como objetivo presentar la situación que prevalece en Panamá. En ese marco, el Observatorio sobre las Drogas de la Universidad de Panamá presentará hoy un análisis crítico del problema.
Todos los panameños estamos familiarizados con el problema de las drogas por medio de una o más experiencias personales. Entre nuestros conocidos, amigos e, incluso, algún familiar, hay quienes han caído presos de la adicción. El tratamiento de esta enfermedad es difícil, doloroso y muy costoso. El Ministerio de Salud aún no ha podido establecer un programa de tratamiento para las personas que sufren de la enfermedad. El único programa que tenía fue cerrado hace poco.
La drogadicción no es una enfermedad nueva. En Panamá el problema tiende a crecer y se plantean diferentes estrategias para combatir el flagelo. Entre las políticas más mencionadas para mitigar el problema clínico de las drogas es la educación. Sin embargo, la inversión en los programas de educación es muy pequeña. El Observatorio sobre las Drogas de la Universidad de Panamá es testigo de una presencia mínima de las distintas instancias del sector Educación en lo relacionado con este problema. Sólo el 5 por ciento del presupuesto global del gobierno nacional destinado a combatir el flagelo de la droga es destinado al sector Educación.
Los programas de represión de todas las formas asociadas a la producción, consumo y distribución de las drogas ilícitas han logrado atraer la atención de los gobiernos y de los sectores financieros. En el caso de Panamá, el 90 por ciento de los recursos destinados a combatir el flagelo de las drogas es dirigido a la represión.
Según informaciones que proporcionan los medios de comunicación, las fuerzas armadas panameñas y sus aparatos de inteligencia han creado equipos sofisticados para detectar los movimientos de los traficantes de drogas ilícitas en el país. En 2013 Panamá tuvo un presupuesto de seguridad nacional de 975 millones de dólares (6 por ciento del presupuesto nacional).
Panamá es acusada por EEUU y otros países de ser una plaza especializada en el lavado de dinero que circula por las redes financieras internacionales en forma ilegal. A menudo amenaza con tomar medidas punitivas contra el sector bancario panameño por lo que considera prácticas ilegales.
Según las agencias norteamericanas que investigan estas irregularidades, el lavado de dinero está asociado con las actividades de bienes raíces y la construcción, los establecimientos de juegos de azar y el tráfico de drogas. Calculan que en 2012, el sistema financiero panameño lavó más de 2 mil millones de dólares. El gobierno norteamericano se está moviendo hacia la regulación de las drogas que hoy se consideran ilegales, comenzando con la marihuana. El Procurador General de ese país dio los primeros pasos para comenzar a des-criminalizar todo lo relacionado con el consumo de drogas.
Es probable que más temprano que tarde en Panamá se seguirá por el mismo camino. Muchas de las drogas que hoy se consideran ilícitas serán compradas con recetas en las farmacias, reduciendo los niveles de represión existentes actualmente, controlando mejor la distribución y poniendo fin al crimen organizado y reduciendo la población penitenciaria.
Hay que seguir analizando el problema de las drogas y los estragos que está generando tanto a nivel de la seguridad nacional como también en el contexto de la seguridad ciudadana. Hay indicios de que hay confusión entre la protección de las fronteras y la represión de la población. ¿Dónde están los límites? ¿Cómo asegurar que estas políticas se complementen y no se estrellan haciendo imposible definir una política coherente en beneficio del país?
11 de septiembre de 2014.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Los ‘buitres’ comenzaron en Panamá


Los operadores financieros que se autodenomina ‘buitres’, con sede en la ciudad de Nueva York, tienen años de estar aleteando sobre los ahorros de los trabajadores argentinos. Pretenden arrancarle al gobierno de este país 3 mil millones de dólares por una deuda que compraron por sólo 48 millones de dólares en 2001. La historia de los ‘buitres’ de la Gran Manzana se inició en 1996 cuando, por primera vez en la historia, un tribunal local norteamericano aceptó una demanda contra un gobierno soberano. El caso se refería a Panamá.
Según la socióloga Saskia Sassen, quien escribe en la revista Foreign Policy (3 de agosto de 2014), las operaciones financieras que realizan los ‘buitres’ son “una perversión de la ley internacional”. Se realizan bajo la mirada complaciente de las autoridades fiscales de EEUU.
El caso de Panamá se inició en octubre de 1995, cuando la empresa “Elliott Associates L.P.” compró un segmento de la deuda panameña valorada en US$28.7 millones por sólo US$17.5 millones. Los grandes bancos titulares del monto creían que la deuda panameña era impagable. Entre los bancos se encontraban el Citi y el Credit Suisse que le vendieron el paquete a Elliot.
Cuando el gobierno del entonces presidente Pérez Balladares convocó a los bancos dueños de la deuda panameña en 1995 para buscar un arreglo o reestructuración todos aceptaron, menos Elliot. En julio de 1996, el operador buitre Elliot interpuso una demanda en una corte de la ciudad de Nueva York contra la República de Panamá por el pago de los US$28.7 millones más intereses y costos. El caso llegó a la Corte Suprema del Estado de Nueva York donde la demanda del ‘buitre’ fue aceptada. Panamá tuvo que pagar más de US$57 millones y otros 14 millones de dólares que fueron repartidos a otros interesados.
El caso de Elliot contra Panamá creó nueva jurisprudencia al permitirle a un particular anteponer en tribunales de un país demandas contra Estados (supuestamente) soberanos.
La acción que contó con el beneplácito de jueces locales rompió con una tradición que se remontaba a la creación de los Estados-naciones en el siglo XVII. La táctica utilizada contra Panamá, según Saslia Sassan, no atrajo mucha atención en los medios especializados de la época. Sin embargo, en Wall Street los ‘buitres’ de todos los colores y tamaños comenzaron a hacer planes. De una vez apuntaron hacia la deuda de países tan distantes como Ecuador y Rusia.
La decisión tomada en 1996 ha creado una nueva tendencia hacia el trato de las deudas que contraen países pobres con unas elites insaciables. Entre el final de la segunda guerra mundial (1945) y fines del siglo pasado, instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Club de París mantenían un cierto control financiero en las transacciones internacionales. Este arreglo tenía ventajas políticas ya que sometía a los países dependientes a las agencias de los países más poderosos (por ejemplo, EEUU).
Los grandes bancos que operan a escala global tienen los recursos para demandar a los países endeudados más débiles. No lo hacían porque no respondía a las reglas del juego político. Además, se sentían cómodos dejando que los gobiernos de los países más poderosos y sus agencias (FMI, Banco Mundial y otros) negociaran por ellos.
La socióloga Sassen señala que cuando Panamá fue obligada a aceptar los términos del ‘buitre’ Elliot, debió haber habido un debate sobre el significado de las nuevas reglas. “Desde el punto de vista técnico, los fondos de un (país) soberano son propiedad de su ciudadanía”. Lo que ocurre es que los ahorros de un pueblo son entregados a un operador financiero que se especializa en especular en el mercado. La irresponsabilidad de la elite insaciable es cosechada por un grupo de activistas de dudosa reputación.
La operación inaugurada en 1996 por Elliot en Panamá ahora la está aplicando en Argentina. En este último caso, el monto es mucho más sustancial. El valor de la deuda original de Argentina que compró Elliot en 2001 tenía un valor de US$48 millones. En la actualidad, en papel vale US$630 millones. Sin embargo, el ‘buitre’ demanda US$1.5 mil millones. Sumando intereses y otros costos, Argentina pagaría US$3 mil millones.
El gobierno argentino presentó el caso en la Corte Internacional de Justicia en La Haya. Este paso sacaría las decisiones de las manos de unos jueces locales de la ciudad de Nueva York.
4 de septiembre de 2014.