¡Qué año nuevo se prepara Panamá! En torno a la fecha de Navidad se produjo una agitación en los círculos políticos ante la posible celebración de un pacto electoral – para unir fuerzas el 4 de mayo de 2014 - entre los dos partidos políticos más antiguos de Panamá. Por un lado, el Partido Panameñista – fundado en la década de 1930 por Arnulfo Arias – encabezado por su candidato a la Presidencia, Juan C. Varela. Por el otro, el Partido Revolucionario Democrático (PRD) – fundado por Omar Torrijos en 1978 – bajo el liderazgo de su abanderado, Juan C. Navarro. El único acuerdo sobre la mesa era que uno de los dos, o los dos, abandonaran sus aspiraciones electorales.
Los partidarios de ambas candidaturas se enteraron del cabildeo después de los hechos, sin entender mucho. El PRD es el producto de una nueva correlación de fuerzas económicas y sociales que el general Torrijos logró moldear y dar forma política en la década de 1970. Los militares le habían dado un golpe de Estado precisamente al presidente Arnulfo Arias en 1968.
Arnulfo Arias es, a su vez, producto de otro golpe – civil – que jóvenes rebeldes aglutinados en el Movimiento de Acción Comunal le diera a una oligarquía cansada en 1931. En 1968, Arias llegó a la Presidencia por tercera vez sobre la base de un programa desfasado. No respondía a los momentos críticos de aquella década marcada por movilizaciones populares y un rápido crecimiento económico (industrialización por medio de la sustitución de importaciones).
En la década de 1970, el gobierno militar logró negociar con EEUU dos tratados que pusieron fin a la presencia semi-colonial de Washington en Panamá. En la siguiente década, sin embargo, los avances fueron saboteados por EEUU que logró romper el ‘pacto’ entre las diferentes facciones del capital panameño (especulativo/financiero, comercial, industrial y agrario) y levantar una oposición encabezada otra vez por Arnulfo Arias. Nuevamente, el Partido Panameñista (a través de la ‘Cruzada Civilista’) y el PRD (con las Fuerzas de Defensa (FDP) se enfrentaron en un tinglado montado por EEUU y el Comando Sur que tenía su sede en la antigua Zona del Canal.
El resultado de esa lucha terminó en la trágica invasión militar de EEUU en 1989, la muerte de miles de panameños, el secuestro por parte del Comando Sur del jefe de las FDP (Manuel A. Noriega) y la llegada a la Presidencia del panameñista Guillermo Endara. Durante los primeros 20 años posteriores se experimentó una alternancia en el poder entre el panameñismo y el PRD. Aún más importante, los dos partidos – por separado – lograron imponer el ‘Consenso de Washington’ flexibilizando la fuerza de trabajo, desregulando el Estado y privatizando las empresas públicas.
En 2009 surgió un partido nuevo y Ricardo Martinelli rompió la alternancia. Sin embargo, no rompió con el neoliberalismo de factura norteamericana y profundizó el creciente militarismo foráneo de la fuerza pública panameña. También aprovechó la bonanza económica para invertir en cinco años cerca de 20 mil millones de dólares en obras que muchos consideran sobrevaloradas.
Ahora, 25 años más tarde se habló de un pacto para dar nacimiento a ‘La Nueva República’ con los dos partidos tradicionales de oposición como base. La propuesta no la preparó una comisión de las dos organizaciones. Tampoco fue un pacto que una de las partes le propusiera a la otra. El documento estudiado por los dos candidatos y que circuló en los medios, fue redactado por tres figuras empresariales que pretendían colocarse ‘por encima’ de los partidos, de los intereses del pueblo y del país.
La propuesta fracasó por dos razones muy sencillas. Primero, ninguno de los dos candidatos está preparado para bajarse de su montura. Segundo, los 17 puntos planteados por los ‘sabios de Punta Barca’ no se referían a la realidad panameña. Estaban concebidos con un nombre y apellido: Ricardo Martinelli. En otras palabras, ¿qué hacemos para neutralizar al actual presidente de la República que pretende seguir gobernando hasta 2034?
Los 17 puntos del pacto llamado ‘La nueva República’ no se referían a los problemas económicos del país y mucho menos a las demandas urgentes de reformas a la estructura social. Tampoco se refería a los problemas del Canal de Panamá y la política exterior desastrosa de los últimos gobiernos. Al contrario, pareciera estar satisfecho con las políticas de Martinelli que ha administrado el boom económico a favor de los especuladores y en contra de los trabajadores.
El pacto consistía en una ‘Constituyente paralela’ para cerrarle el paso a cualquier futuro Presidente de la República en aspectos relacionados con el abuso del poder y del asalto al erario público. El pacto volvía a hacer énfasis en la necesidad de ‘blindar’ el Canal de Panamá para que sólo los especuladores pudieran sacar provecho de su explotación. Además, le aseguraba, al que no era ungido en 2014, paso expedito para aspirar en 2019.
Al igual que en 2009, cuando los especuladores temblaban ante la expectativa de que Balbina Herrera llegara a la Presidencia, ahora tiemblan (menos) ante la expectativa que Martinelli se repita el plato (aunque sea mediante interpuesta persona). Panamá se merece algo mejor y diferente.
2 de enero de 2013.
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La mayoría de los artículos que aparecen en los blogs se refieren a la coyuntura panameña. Sin embargo, se colocan en el contexto de lo que está ocurriendo a escala global y regional. Muchos artículos se refieren también a los problemas internacionales, tanto los relacionados con la crisis del capitalismo global como los ajustes geopolíticos que se experimentan en América latina.
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