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Desde 2008 abrimos anualmente un blog para ofrecerles mis artículos que aparecen en los medios de comunicación. Pueden abrir los otros blogs para leer artículos escritos en esos años. Son trabajos de aproximadamente 850 palabras cada uno.

La mayoría de los artículos que aparecen en los blogs se refieren a la coyuntura panameña. Sin embargo, se colocan en el contexto de lo que está ocurriendo a escala global y regional. Muchos artículos se refieren también a los problemas internacionales, tanto los relacionados con la crisis del capitalismo global como los ajustes geopolíticos que se experimentan en América latina.

jueves, 27 de marzo de 2014

La campaña presidencial promete más de lo mismo

Quedan menos de 40 días para que los panameños concurran a las urnas y elijan cerca de 900 mandatarios para un nuevo período de 5 años. El gran ganador de las elecciones será, sin duda, el próximo Presidente de la República. Manejará un presupuesto de cerca de 20 mil millones de dólares, presidirá sobre una economía que genera riquezas por cerca de 40 mil millones de dólares. También heredará una deuda (interna y externa) de 17 mil millones de dólares.
En el plano militar el próximo presidente tendrá a su disposición un Ejército de cinco mil hombres distribuidos entre el Servicio Nacional de Fronteras (SENAFRONT) y el Servicio Naval Aéreo Nacional (SENAN), que entrena en misiones de control y represión en las áreas más marginadas del país (Darién, el golfo de Panamá y las comarcas indígenas).
EEUU trata de mantener un perfil bajo en sus operaciones militares en Panamá. El presidente Ricardo Martinelli y sus predecesores han sido muy liberales con la presencia de instructores y ‘especialistas’ de esa potencia en Panamá. El próximo primer mandatario heredará una política exterior sin rumbo aparente, prácticamente destruida en los últimos cinco años. Las acciones de los responsables de la Cancillería panameña han dejado al país sin aliados en América latina y lo han convertido en una ‘bufonada’ a escala mundial.
El endeudamiento irracional del presidente Martinelli ha llevado al sector agropecuario a la bancarrota. El sistema educativo ha dado su último suspiro y el sector salud se encuentra luchando contra cinco epidemias a la vez. El crecimiento urbano se ha hecho sin plan alguno, creando cuellos de botella a lo largo de la ciudad de Panamá y otras urbes del país. La pobreza y la desigualdad social son los signos que aún caracterizan el país.
Ante el panorama descrito cualquier analista concluiría que el candidato presidencial del partido gobernante, Cambio Democrático (CD), José Domingo Arias, estaría ocupando los últimos puestos en las encuestas. Al contrario el CD se encuentra al frente en todos los sondeos. Hay dos razones poderosas para explicar este desajuste. En primer lugar, el gobierno y el CD han invertido más dinero en las campañas de sus candidatos que el resto de los partidos juntos. En segundo lugar, los candidatos con dinero de la oposición – tanto del PRD como del Partido Panameñista – no han presentado un programa alternativo que los diferencie del gobierno.
Los tres candidatos que representan a los intereses pudientes del país están sometidos totalmente a las políticas neo-liberales, sin margen alguno de movimiento. El Tratado de Libre Comercio los neutraliza en el sector agropecuario, no les permite enunciar una política para el sector manufacturero y los obliga a promover con sus discursos el endeudamiento del país. Incluso, frente a todas las ‘bufonadas’ en política exterior del actual gobierno, los candidatos de la oposición tradicional han tenido que inclinarse ante la Embajada de EEUU.
La imagen que proyecte el ganador de la elección presidencial, dependiendo de quien sea, puede ser distinta cuando asuma el poder. Sin embargo, todo indica que no introducirá cambios en las políticas económicas y sociales que se han ejecutado en los últimos 25 años.
En las 5 elecciones anteriores, de 1989 a 2009, los gobiernos salientes fueron castigados por el voto popular. Los gobernantes de turno no lograban presentar una alianza que les permitiera triunfar en las urnas. En 1989 los militares fueron aislados por una alianza que respaldó a Guillermo Endara (los militares resultaron malos perdedores y anularon las elecciones). En 1994, la alianza de 1989 se dividió y ganó Pérez Balladares (PRD). En 1999 se volvió a unir la alianza de 1989 y derrotó al PRD. En 2004 se produjo nuevamente la misma división y regresó al poder el PRD. En 2009 la ‘oposición’ se unió (con ayuda de la Embajada de EEUU) y llevó a Martinelli a la Presidencia.
En 2014 el desgaste del proyecto de alternabilidad, concebido a principios de la década de 1990, ha creado una competencia a tres bandas relativamente equilibrada. Si gana el ungido por Martinelli, es probable que todo el tejido armado por la clase dominante (o como popularmente la llama el pueblo panameño, la oligarquía) se desmoronará.
En el horizonte se levantan dos alternativas políticas prometedoras: Por un lado, el FAD con los obreros a la cabeza. Por el otro, la candidatura independiente de Juan Jované.
27 de marzo de 2014.

1 comentario:

  1. Estimado Profesor:

    Nuevamente lo felicito por este análisis. Al igual que los anteriores, se distingue por su nitidez y calidad.

    Comparto con usted la mayoría de sus conceptos. Su radiografía de los partidos políticos enb la coyuntura actual es certera.

    En esta ocasión, sin embargo, me permito diferir de dos de sus ideas, expresadas en los dos últimos párrafos. En primer lugar, no creo que se desmorone el tejido armado por la oligarquía de ganar el candidato oficial. Al contrario, creo que este tejido volverá a entrar en un periodo de reacomodo y estabilización; con la única diferencia, como siempre, de que quien dictará las pautas de esta "reingeniería" será el partido, de la misma clase económica y social de los otros, que ostente el poder.

    Se olvidarán los discursos virulentos, como siempre han hecho, y se ajustarán a sus intereses mercantiles. En suma, se pondrán de acuerdo para seguir abusando del pueblo, según el ritmo que les marque quien lleve la batuta. Esa ha sido su conducta hasta ahora y no pretenderán cambiarla, so pena de que ello afecte, esencialmente, sus intereses de clase.

    En segundo lugar, no incluyo al FAD como una "alternativa política prometedora", dado que este partdo ha dejado más que clara su connivencia y complicidad con las políticas gubernamentales más perjudiciales para el pueblo panameño. Así, mientras atacan a la dirigencia popular que no está sometida a sus dictámenes, no dudan en transar con la oligarquía para esos designios. Sencillamente, la base económica del FAD ha llegado a un nivel de acumulación que les permite vislumbrar posibilidades de potenciar su desarrollo a través de la política, ora por alianzas con sectores oligárquicos, ora por participación directa en negocios, seguro por que conocen, dentro de las industrias en las que se agitan, todas las posibilidades que ellas ofrecen. Todo ello los caracteriza como un partido burgués más.

    Prueba de este aserto es la conducta política del FAD con respecto a Barro Blanco, totalmente silenciada y reflejada en el claro hecho de que el SUNTRACS, sindicato que con esto demuestra su amarillismo y que es base de ese partido, es la organización obrera que leva adelante esa construcción y allí no se les ocurre unirse al pueblo en la lucha, quizás declarando una huelga.

    Podría explayarme mucho en las demostraciones antipopulares de la conducta del FAD, pero ya en otros escritos he expresado la mayoría. Baste decir que, con tal actitud, demuestran lo que ya han manifestado públicamente a través de su candidato: "que no son un partido de izquierda."

    Finalmente, también creo haber demostrado en escrito anterior que no es la base social de un partido, ni la extracción de su dirigencia, la que da el carácter a un partido. Así, si el dirigente del FAD es obrero, esto no lo convierte en partido de corte popular (Lula, por ejemplo, con respecto al PT); como tampoco la base "obrera" o popular de un partido implica que este lo sea: el PRD y el Arnulfismo tienen amplia base popular, y son partidos burgueses. Es la política (conducta y acciones relacionadas al programa) la que hace al partido. El FAD tiene una política que se alía a las clases oligárquicas, a las cuales se están insertando y aspiran; y también tiene una política antipopular e insolidaria que ataca a los movimientos populares que no controlan y si logran insertarse en ellos, los minan y los atacan a través de los más bajos recursos. En vez de aprender y actuar según los principios de la solidaridad, lo hacen según los de Jimmy Hoffa, con la diferencia de que este último, por lo menos, no dejó de ser sindicalista.

    Con el respeto y aprecio de siempre,

    José Ángel.

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