Urgen políticas de regulación y de empleo en Panamá. Hay que
aprender de la crisis del sistema capitalista que se inició en 2008, con el
colapso del mercado inmobiliario en EEUU. Los estudiosos del capitalismo
coinciden en plantear que el principal promotor de la crisis fue la
desregulación del sistema financiero.
Como solución para los capitalistas, las entidades
financieras internacionales presionaron a los países europeos para que
aplicaran políticas de austeridad económica. Este tipo de política se basa en el aumento de los impuestos que
pagan los trabajadores (así como las capas medias) y la reducción del gasto público (servicios
que el gobierno les presta a los trabajadores) con el objetivo de asegurar que
los países deudores paguen sus compromisos. De este modo, los especuladores,
compradores de deuda e inversionistas, no pierdan la confianza en esos Estados llevados
a la bancarrota.
Esta política resultó contraproducente ya que se olvidó de
lo más importante: Un plan para la recuperación del sistema capitalista. Esto
podría lograrse fortaleciendo la capacidad de compra del Estado generando más
actividades y aumentando el poder de compra de empresarios y trabajadores. Otra alternativa era crear más empleo,
provocando nuevas actividades empresariales. A diferencia de América latina
(cuyos problemas veremos enseguida), Europa sólo podía escoger este camino si
buscaba financiamiento externo o ponía la máquina para hacer dinero a trabajar
más rápido.
En el caso de América latina, en ese período se dieron dos
fenómenos de manera simultánea.
En primer lugar, la mayoría de los países comenzaron
nuevamente a producir ciertos rubros que en forma creciente eran adquiridos por
la industria china en plena expansión. Este intercambio favoreció las economías
latinoamericanas que gozaron de superávits significativos. En muchos países de
la región, China se convirtió en el principal socio comercial. En Argentina,
Uruguay y Paraguay la exportación de soya se disparó. En Chile y Perú los
minerales eran muy cotizados por el mercado chino. En Venezuela y Ecuador el
petróleo se convirtió en un rubro estratégico en el comercio con Oriente.
Brasil se volvió en un proveedor de exportaciones agro-mineras y
manufactureras.
En segundo lugar, muchos países de América latina se
convirtieron en receptores de inversiones extranjeras. Nuevamente, China se
puso a la cabeza invirtiendo en actividades agro-mineras, logísticas y
financieras, entre otras. Incluso, China invertirá 40 mil millones de dólares
en el Gran Canal de Nicaragua.
En el caso de Panamá, su relativa prosperidad en los últimos
seis años es el resultado de su posición geográfica: El Canal de Panamá, zonas
francas y puertos (ambos situados en las entradas del Canal de Panamá: Balboa en
el sur y Colón en el norte). Igualmente, se ha convertido en un centro (hub) bancario.
En menos de diez años, las inversiones directas extranjeras
se han duplicado. Entre 2011 y 2013, pasaron de 24 mil millones de dólares a 32
mil millones. EEUU sigue teniendo los inversionistas más grandes operando en
Panamá: Con 4.3 mil millones de dólares en 2011 pasó a 5.5 mil millones en 2013.
El crecimiento más espectacular han sido las inversiones
directas de Colombia que pasó de 2.5 mil millones en 2011 a 4 mil millones en
2013. Reino Unido, Suiza, España y Africa del Sur todos superaban los 2 mil
millones de dólares en inversiones directas en 2013. La pregunta obligada es
¿cuál es el origen de estas inversiones multimillonarias?
Se especula que gran parte de las inversiones llegan a
Panamá escondiéndose de los gobiernos que andan detrás de su pista. Es decir, son fondos que quieren ‘lavarse’ Así
lo afirma la OCDE - negado por los banqueros locales – ‘aguacil’ de las grandes
economías mundiales.
¿Qué pasará cuándo se desaceleren
las economías emergentes o cuándo las empresas trasnacionales, que buscan
‘lavadoras’, son disciplinadas por sus gobiernos?
Según la CEPAL, América latina ya se encuentra deslizándose
hacia el estancamiento. A su vez, los gobernantes panameños despilfarraron la
oportunidad para invertir productivamente más de 25 mil millones de dólares -resultado
del traspaso del Canal de Panamá - que pasaron por sus arcas en los últimos
diez años. Los gobiernos anteriores - y este parece que sigue el mismo camino –
no tuvieron políticas de desarrollo dirigidas a incrementar la productividad de
los panameños.
A pesar de la crisis inminente, aún no hay indicios de que
los gobiernos panameños comenzarán a aplicar políticas de regulación y orientarán
las inversiones hacia los sectores más estratégicos.
11 de diciembre de 2014.
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